DETESTABLE Y QUE REPOSA EN MI ALZADA Y NOTABLE PROPUESTA DE RECHAZO

Que en aquel, y con cierto odio más bien dicho, desearía cayera en lo más profundo de su ira y de la aquella.

Aquella donde queda la verdad y su tiro en relámpago castigado en brazos pálidos, con sangre nula, puesta por aquel destrozo de esfuerzo.

Por ello lo deseable y desechable.

Por ello que mi vista me falla.

Por ello que si esto lo supiera, se mata.

Y donde la calle termina yace la pista reprochable de la crítica más crítica que cayera en tus hombros.

Y el cabello donde se supone quedase calor, hilos y el soplido tortuoso de tu aroma, ahora nada más que lodo de barro endulzado con promesas lamen.

Y su dulzura más expuesta que el asesinato del siglo, más que la esquina azul donde nunca lo escucharon pero cuyas lágrimas llegarán hasta lo infinito de su pueblo.

Entonces sucede que el círculo de la lujuria cabe y termina al principio del final de donde empezó tu real vida.

Donde en tan solo un segundo las esquinas de tu nublada razón cayeran bajo hechizo y mano expuesta de Dios.

Si supiera lo que cabe, todos empujarían hasta que mi existencia más odiada que la ambición de manos manchadas de vino y vísceras extranjeras cogen y cogen más vidas y cosecha para aquel que lo necesite y cuyo pedazo en la tierra por sí mismo existiera.

¿Acaso necesito explicaciones? ¿Acaso siquiera el hecho de recordar tu existencia? Para que después del basto movimiento de un cuello, solo de ti queden tu olor y tu necesidad de existir aquí y allá.

¿Podrán complacerte aquellas líneas imaginarias donde dejaste tu deseo del más allá? Porque caes cada vez más alto y solo tu mero respirar me empalaga.

Y si tu garganta se enredara con las de aquellas plazas repletas en espinas, sangrarías? Porque padezco de energía como la del sol cayendo en vida.

Como la del dorado de la cueva subterránea.

Como la de la ambición del poder por el que se mata, y se traiciona, y se extermina, y se recogen los casquillos teñidos del rojo más azul que verías en tu vida.

Parece que padece.

Parece que anochece y el negro igual que azul queda y es que sus malditas hojas repentinas atraviesan cualquier escudo de metal afilado.

Cualquier acero encerado donde pareciese que cayeran gotas de agua o tal vez lo rojo.

Ay belleza….

De ti dependieran las guerras.

De ti dependiera mi bienestar.

Sería infortunio de los peores el quedar expuesto a la tristeza con tu rostro viendo al mío.

No aproximaría la terquedad del humano, ni su cuerno más afilado si es que así dependieran de ti, mi dulce amor.

Sería como el negro mezclado en verdad.

Sería como si en la carretera cruzara lo que nunca pudiste encontrar pero que maldita sea, siempre buscaste.

Ahora aquellos placeres cayeron en tus manos cortadas.

Ahora la repentina pandemia ha alcanzado a todos con excepción la mía.

Y míralo, Tan solo míralo y dime que no me dirías.

Dime que tanta vida no cansa.

Tanto alcohol no llena y nubla todo donde pudiera caber perfectamente agua.

El agua más agua.

La vida más vida.

Ya algún día pararé mis ansias de cansancio.

Ya algún día solamente un viejo más viejo que ahora seré.

Roto y pegado con la cinta más barata del puesto de lágrimas de tu esquina.

Y mis próximas vidas más jóvenes me contarán lo que haré y lo que me harán.

Solo espero, amor mío, conozca la niña y aquel muchacho plagados de flora y raíces, que un viejo más deja la tierra cuando una niña y un muchacho son lanzados a ella con todo lo nuevo del poder de Dios.

Y aquel viejo amigo con barba que con más espinas de dolor me alcanzaran y dolieran el calor macabro.

Será entonces que los pájaros que dejan chocar y la vista más clara que el ideal humano que nunca existió, existirán.

Y para aquellos cuya debilidad rebalsa. Los que desfallecidos quedan enterrados, vida más enterrada.

Ser la estrella materna, estrellada en el ceno de lo que más se necesita, casi tocada por Midas, de oro puro y tan rosa como lo favorito tuyo de tus rosas cada una de ellas negra.

Sería de esperarse la terquedad de lo ambiguo, ya que como insiste, también se calla para quienes no escuchan.

Entonces sienten.

Con cada dedo y con cada poro.

Con la levedad de mi alma y con lo pesado de mis años.

Me alegra entonces que para el momento en el que me lleve desdicha, ya habré dejado aquí y allá todo lo que queda de mi pasando tiempo sentado en cada extremo sur de tu mayor logro del subconsciente de tu existencia.

Más allá incluso del simio y del ángel flota.

Majestad aquella la potente amenaza, decidida y aproximada a la verdad, la rotunda verdad que prevalece.

Todo aquello sometido a tu amor dulzura, a las puntas doradas de tus cabellos, filosas matando con su crítica.

Tanto me cabe aquí en el pecho que desatas todo tu calor y dolor dulzura, toda tu indiferente gracia, mi amor dulzura.

¿Pareciese terrible coincidencia verdad, amor dulzura? Y apeteciese el cuidar de tus manos, y de tus ojos, y de tus labios terribles coincidencias de desafortunada pasión.

Padeciesen mis tragedias urbanas de esta insoportable levedad que no termina.

Que después de toda notable propuesta de rechazo, continuase dormitando la ambición del hombre.

Y es así, amor dulzura, que me deshago comiendo tierra a los pies de la carne y el hueso somnoliento de ferocidad donde yace la fuerza de mi testadura y ciertamente interminable lujuria de razón.

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