De repente
Subiendo la montaña,
las mariposas desatan
tormentas inesperadas,
salvajes y aceleradas,
del todo descontroladas.
No sé si ir a cazarlas,
o quedarme a ver qué pasa,
generalmente nada,
cuando la calma me arma.
Una de las mariposas
puede hacer una casa,
y de mientras, la otra,
los ojos me toca.
La cadena queda rota,
y saltan las alarmas.
Se oye el ruido de sables,
nubes bien camufladas,
marcadas con pintadas,
hasta los dientes armadas,
y dispuestas a descargar,
velocísimas cabalgan.
Ni rastro de las mariposas,
que han volado a sus casas,
a ver quién las atrapa.
Vuelvo a mi casa en calma,
conozco el camino de sobra,
y cada vez es más llano,
cierro entrada y ventanas,
y ahora, ya no entra nada.
La casa está asegurada,
y observo lo que pasa.
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