De la tierra a tu mano.

Estoy aprendiendo a desgranarme
desgajando mi carne triste
y despedezando mis huesos
colocándolos frágiles sobre la tierra.
Luego invocaré al agua, la vida,
y enterrarán su esencia
en diminutas profundidades.
Dormirán los trozos de mi yo
aletargados en la esperanza
de nuevos soles primaverales
que los alienten a desperezarse.
Tal vez brote algún pedazo
y se erecte valiente, sin miedo
hacia el cielo claro e infinito
en busca de lo que ansío.
Tal vez se haga fuerte
y mis débiles orígenes
retornen ahora en fortalezas
indestructibles.
Alzaré la vista al fin
por encima de tus bellos ocasos
hasta alcanzarte con la mirada
ahora penetrante y poderosa.
Alargaré mis extremos
hasta alcanzarte por siempre
envolviéndote en susurros y cantos.
Me sentiré poderoso
invencible en mis pretensiones
nada ni nadie podrá detenerme
hasta verme posado en tu mano.
Entonces, a tu merced,
viviré lo que me reste de efímera existencia.

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