Cuando las letras se apagan

Buscando un deseo que se escapa a mi tiempo, siento que estoy al borde de la frustración constante, donde nada encaja en su lugar y siempre todo es poco para que funcione nada. Gritando a un oído que no escucha, brillando para unos ojos que no ven, me siento ignorada en un como si de algo, que realmente no es. Pensando una cosa y obteniendo algo que nunca se acerca al deseo y que no desborda alegría y placer, soñando un algo que nunca llega, perdiendo el tiempo. Siempre sintiendo que lo poco no alcanza y que todo lo es, que el esfuerzo no vale, que el tiempo no llega y que nunca llegará. Luchando una lucha que siempre se vuelve una incógnita, donde todo lo que haga estará mal, porque nada encaja, todo se presiona para encajar en un molde que no existe.

Sintiendo que el tiempo hace escapar mis sueños y refuerza mis dudas, esperando una novela que solo pasan en la tv. Escapando a otro destino por uno que no parece ser para mí, ignorando otros caminos que quizás temo.

No dándome el tiempo que necesito.

Había una vez una mujer que no quería crecer y que escapaba a la ilusión de la libertad, esa ilusión que generaba esperanzas, pero también miedos. Esa mujer creía que el mundo era increíble y que un millón de posibilidades se le habrían para poder ver, pero se encerraba en lo conocido y lo determinado. Soñaba con caminos a explorar, pero no dejaba de ir por los conocidos, para encontrarse una y otra vez con la cara de la frustración, que le recordaba que lo que no da miedo nos desvía del camino.

Mi nombre aparece y se hace fuerte cada vez que escribo unas letras, empieza a asomar su principio, se subraya, se remarca. Las letras empiezan a ponerse de colores y brillan, ya se cansan de estar quietas y comienzan a bailar, cuando mi mente se llena de ideas que tienen que aparecer en un libro, en un papel, en un renglón. Sucede que se apagan las letras, dejan de bailar y se aquietan los días que me olvido de escribir, porque no se puede, porque no hubo tiempo, porque no hallé las ganas o el día fue demasiado; por eso el remedio está en llevarme a donde vaya algo donde escribir en cualquier parte, en cualquier viaje y en cualquier forma, más no sea en una servilleta.

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