Condenado

Qué difícil es amar, más para nosotros los enfermos de corazón. Qué difícil es hacer lo correcto, especialmente para nosotros los ciegos. No nos puedes ayudar, pero sí condenarnos. Tu dijiste «Dios, perdónalos porque no saben lo que hacen», ¿qué puedo hacer por los demás si desde el inicio de los tiempos me han tratado como a un maligno? Yo ni sabía que existían todos estos problemas divinos, ¡y ahora soy yo quien tiene la culpa! Yo te he pedido Dios, pero tú decides ayudar o no. ¿Qué debo pedir? ¿Acaso no he deseado el bien para todos? Tal vez me enoje, pero no has hecho nada para ayudarme, si así fuera, yo no sería las tonterías que hago.

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