Con dolor se escribe mejor…

Perdonar es tan difícil cuando los demás no quieren cambiar.
Se enloquece el alma al ver como todo se desmorona,
pecador se vuelve el hombre que trata en vano de cambiar
porque la vida lo obliga a ser cruel, a ser piedra para poder rodar.

Cansado está el sediento de andar por desiertos,
aburrido se siente el pobre que se sienta a llorar.
Puedo escuchar el sonido del viento, pero su olor,
ese maldito olor a muerte…

Muy cansado estamos todos,
¿o solo yo?
perdóname padre, pero creo que me he condenado,
¿cómo me podrás perdonar?
que no se me acerquen,
que nadie se acerque, porque estoy cansado de aparentar.
Ojala me regalaras un pedazo de cielo para poder volar.

Oh padre celestial, estoy tan cansado
de no poder ser nada, ¡NADA!
todos me juzgan y el manicomio está muy cerca para ir a descansar.
Inyecten su droga en mi y déjenme volar,
que no hay camisa de fuerza para mi lengua,
ni pastillas para mi alma llena de infinito dolor.

Es más fácil ser niño en medio de la nada,
que vivir en un mundo de gente despiadada…
Y todos te piden que debes ser el mejor.
¿Cómo lograron todo lo que tienen sino pisando a los demás?
Nadie quiere ver sus pecados
porque de esa forma se darían cuenta lo condenados que están.

Oh, Dios, estoy diciendo lo que soy,
pues lo que juzgo no es más que un reflejo de lo que soy.
¿Para qué entonces existo si estoy cansado?
Yo no quiero abrir los ojos en un mundo donde todos mienten.
Espero la llegada del Señor, pero supongo que yo seré el primero es ser juzgado.
¿Por qué me ha tocado vivir esto?

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