Canto Campesino.

Poema: Jhon Jairo Salinas.

!!Campesino sos hijo legítimo
de sagrada tierra!!
¡Sos el pan!
¡sos el trigo!
¡sos almendra!
¡sos levadura!

Labras la tierra
en el campo verde,
bajo manto del cielo azúl,
y en el trinar de los altos juncos.

Campesino, con tus sandalias en las mañanas,
sales a trabajar, con tu fruta jugosa, boquita de manglar.

La tierra la conviertes
en poema de surcos de paz
y gloria.
Sos la piel ajada por el sol.
En tus manos descansa la tierra arada, bendita, y sagrada.

El sol y la luna alumbran
tu cosecha
en verano, en primavera,
en invierno y en otoño…
Siempre aseguras el retoño.

El Estado te niega su apellido…
La !dignidad!…
No tienes bueyes de arado,
pero vos produces la riqueza
para alimentar el alma
también de rufianes del pasado.

Germinando la semilla… sustento de vida…
en el alba el labrador despierta
regando el huerto…
en medio del mar y la guerra, en el campo.
El soldado se alimenta de frutos para seguir el mal.

Vos, campesino te niegas
a alimentarte de rabia.
Campesino, eres pastor de la paz,
guiando la oveja perdida
en el huerto de la negada calma.

Viles pastos dejas campesino siembras las flores,
cogiendo sudor en medio del sol y la lluvia…
Agrietadas tus manos,
sigues recogiendo el fruto
de vital sustento.
De mañanitas, tu labranza
recoge fruto maduro.

Arremolinando tu tabaco
en cielo descubierto sigues,
caminando, ayunando, entre las fieras en abatidos jirones de banderas sangrientas.

En tu cuerpo descansa el color
de la tierra…
En tus manos callosas
se mueven las atmósferas
del santísimo huerto…

¡Nadie pregunta si tienes sed!
¡nadie pregunta si estas fatigado!
¡nadie pregunta si estas viejo!
Solo los grandes árboles saben de sus angustias…

!Nadie! pregunta por qué el alimento llega a la mesa,
!nadie! …pregunta quien besa la tierra.

En llanto dolorido,
vos, campesino, cabalgas en amargos amores,
arando con destreza
la clamorosa tierra…

En el campo floreces en rústica aurora…de la paz
y en el trigo del sustento
y, en la cosecha de la vida,
él decía:
«Dame, rústico fiero,
mi dulce compañía»;
y ¿qué le respondía
el rústico?: «No quiero.»

Related Articles

Responses