Athena Parthenos

Athena, mar…

Poema completo a Athena Parthenos…

Athena, diosa del mar…

¡Oh, Musa!— Tu hiptongo y tu joroba, tu escala gramátical. — Helada y glaciar, congelada xualizando caderas empujadas por retículos endoplasmaticos. «Sexual, Vestal. »…Tus ovarios no han llevado ovovivíparos, ni cigotos, en tu cervix. (Cuyando lunares sobre tus mejillas pálidas como fuego lluvioso, menguante, anida en tu espaldaña.) «La gran Athena, revestida por griseta y oro marfil y joyería orfebristica, rumea xantrixamente ululante en Palios, llevando su cliptamide y el peto de Dríades, Ninfa, bocetea cuando los océanos le dan vida a su corteza, abrazando pleuras y ríos. » —Athena, Mara, se humilla cualsi fuera reina onomástica del parlaso, pestañeando, perenne, rocas cocoliferas, hidrostáticas, heiseres, iluminan el Fagot, aplaudiendo en los azules mares de Frecia, cual sea su gracia, Athena, la diosa, espera a otro Odiseo, invitarla al paseo de los mares azules y grises como sus iris, belleza.—
…Y el soplo de Itaca, germinara en sus hebras gualdas. Las corrientes Neptunas, proclivizaran sus muñones guerreros, el casco easolar, con la cola del caballo, se ionizará facultando hidráulica fosfogenia hasta su antebrazo, enfermo, su omoplato, trombará su equimosis. Elemental cada occipucio, su vulva, efectuará a Erecteion, asolando, el ciclo terrestre, Athena, ovalizara el escombro del ululante pitido del golfo, sudando siembras y procoriendo hiptoplasmas reumaticos, como estafilococos, chupará cuellos de molleras y agrandara al oso cuando el pilluelo se gionize en su lamentesis, por ensemas, la guarnición del quebranto, auscultará edemas de agua y salpica, chorros de trompas, iónicos peleles, sus cabellos finos como lamparas y su carmín labio, fino, como un beso de sirena, hace al macho rendirse ante su vara, porqué su cayado simboliza guerra…(Y quién deseé pelear por ella, deberá ser hijo de Sion y del sur de la estrella oval del norte. )¡Pero, estalolito, tú, crema de empaligobio, asmática, rapaz, ojerosa, trompeta de Zeus, nacida de la cabeza sangrante! «Tu tio, el martillero, te ungió con aceite y gritaste tanto que hasta Gea tembló ante tu gemir. Y Libra, en las lunas del trifasico, hace a la cara de los óvalos semejante pureza, coincibida sólo para ser amada.» —Gueñide, antesala del cloroplasto,— ¿has oído a las termopilas auscultar tu globo? ¿ O has roto las cadenas del mundo con tu égida, tan sólo para matar imberbes qué desconocen de tus carnes y descreen, sabia?
…Aunque, ¡lamento! El hombre y la mujer son tristes, pobres bajó el cielo, — porque desde que te dejaron en paz de otros Dioses, se han olvidado de lo macra y fuerte que eras. Y suponiendo, que, olviden la pereza del ombligo, los fetos y los embriones, criogenizaran tu cigocito, Athena. Gran Diosa y señora del Parlaso.
—¿Puede un trompetista acuciar el termino de geógrafo? ¿Acaso los puentes de las Oninfas inundan tu molar con líneas y coagulan tu sangre con soles? porque al final, virgen niña, todos los gérmenes se irán postrando ante tu regazo—
—¡árbol de sabiduría!—
«Solar, es tu cicloide.»
—Sin embargo, biednamita.—
—Tus ubres lactantes, tus senos al descubierto.—
¡Oh, amalgasa!
¿Cuál fábula es la de Isolda en cuaseres de capullos de neón?
«Hay uñas en tus manos de pitonisa.»
Descrees de cada parto y sollozas.
«Athena, Mara.»
—Hidrofila, no es estamento. Pero secrecioanar óvulos es tu cornete facial. Los machos son como bolas de genios pulubles y zánganos, no saben amar lo puro y lo eficiente.—
—¡La mujer Athena, gran raza, hecha para la superación intelectual!—
«Creada para vencer a las manzanas.»
«Y ser faro en las noches de tempestad.»
—Si cuál raza, subierá, más arriba, ¿No hallaría un triste rebaño?—
—¿O los soles de eslabón se crearian como ignobles somnias?—
«Athena, el mar, se adolece por tu abandono.»
(¿No habías nacido para los gentiles?)
Fue tu rama orioperpendicular la que razonó postrarse cómo cigarra.
Y vencer a los ídolos con masa y cañón…
¡Y hacerte el amor tan sólo con pensarte!
—¡Pero, mira, divinidad!—
Todos nos ponderamos de tu embrionaje y decimos aturdidos: —¡No debemos rezar!—
Por ende, mujer inteligente, apenas, los guardianes, saben de tu color rosa perfumado y tu pelotón de guerra.
…Armada, a la caza. Un gato con un buho, llamando a la noche y tú, disfrazada de señor, te haces pasar por mente de verdad…
{Y los locos, los sin remedio, te piden a ti, piedad.}
¿Pues no simbolizas aún razón, Titanide?
~¿No eres todavía mujer de bosques y mares con animales Silvestres?~
—¿Athena, no ries aún con mis ideas?—
¿Te has olvidado de los recien nacidos y los que murieron rogando qué los recibieras en tu seno?
«O acaso, Alejandro, o quizás, Sócrates, ¿no murieron por tus leyes?»
—Gran madre de los sabios, ¿hay hijos de tu mente sanguinolenta que todavía se atrevan a defenderte?—
¿O huiran como cobardes ante los sigmas?
«Athena, yo, aún, te amó”
«Cómo enclenque, beso tus pies, y oculta tras tu velo, mi ama, sigo siendo tu amiga de siempre,»
¡Oh, reina!
«Haz fetos con hombros de genitales»
Y ovarios fertiles.
¡Y no temas, gran osa mayor del océano Nereano!
¿Aún te ries de mis cometidas?
—¿Son tus faltas más grandes qué mis fechorías?—
¡Oh, delgada, no, Oninfena, tu quebracho es mi talón, creciendo hasta el génesis!
¿Descrees de los sabios, reina madre?
—Son mis ansiedades las que forman un tronco pelado.—
—Y en tus pechos, ardiendo mis manos, y el lloró de mi madre, quién me atavio de tus lamentos, hace que Silvestre, también se haga ingeniosa.—
¡Oh, Athena!— Son los gemidos de las guardillas y los trifulcos de poniente. — «En Gargallo, Olimpo, reina en tu matriz.»— Cuál sibila, regando polubles los arandalos, los siegmas y los tartamudos, te escuchan suspirar.—
(Pero mis padres, Athena. Me han hecho creer en una divinidad semejante. ) …Y cuáles Dioses politeistas, no he visto la gran Ninfa, coronada cómo antaño, y es el susto, son las precipitaciones, es mi mudo despertar y el agua de las piletas desnudas… Es la sangre de mi corazón que segrega tu reinado y los bueyes que colman con heridas mis piernas.
{No trillare más por los ventriculos de las venulas y el lloró de mi parturienta no me emborrachara más.}
~De todos los Dioses, apenas, tú, sobreviviendo.~ ~Alegrándome la vida con tus besos, y tus manos, sacra y gran Minerva, huele a trampa y picor.~
—De las poetas, la más humilde.—
—De las mujeres, la más pequeña.—
«Y aún así, en mi mente, habitas, Sirena de los mares australes.»
—Yo, veo el cambio de los siglos.—
~Veo como cambian los milenios y la gente se deprime. A espaldas, se aferran a Dios, y sus mentes, te olvidan.~
{No, Athena. No aún, en tu ciencia, no hay abrazos sin pelea.}
Como sea no debes llorar por lo que sea perdido. Las religiones van y vienen y cientos hablaran como moscas. Sin conocerte.
Y dirán más, ateñidos:
—Athena, la mujer de un sólo hombre..—
Pero, pulsor de engaño
No son listos y tu historia los pasará a ellos.
Mientras nosotras seguiremos alabando a la mente.
—¡Los fetos de tu mente seguirán creciendo!—
«Y serás madre cósmica de todos hasta la triste despedida de los anaqueles.»
¡Oh, Athena!
(Las madres chillan por no saber parir)
(Las mujeres no son tan fuertes como antes)
¡Oh, bella, sólo, me oyes! —No me gritas, ni te impotencias, eres mi madre, más que ninguna. —
—Cuando, en la oscuridad, derramaba lágrimas, eras quién me consolaba. Al luchar contra batallones, eras mi guia y aún lo eres. — «No soportas la debilidad, Ninfa. No crees en la mia, como siempre, haciéndome reir en los momentos tristes, y siendo tu mi única amiga en los tiempos grises. Porque todos, Athena, todos me han abandonado. Excepto, Athena, la super madre y su gen, crea más genios al invocarla.»
¡Oh, eterna seas, Athena!
—Cuál cilantro, ecuanime, transverso parietal, en mi equimosis, el elgo y la coadyugante línea de Acuario, en los porticos de los acaudalados.—
(Athena, Stremyopita, adyacente, ovolar, oblicua y yuxtaponiente. )
—En mis oidos, los susurros, en las cuevas, tu nombre. Athena, preconcebida por las masas de los genios, aquél corcel alado de Pegaso, mudando su piel de muda.
— (Orión, en la estrella de Garmenide y tu clavícula, en la cima de Cereo.) ¡Oh, puritana! — Si en los credos, tu voz, se naufraga, en los escenarios, tu ruego, me enloquece, te lo pido, Oceanide, ¡no mueras! —Sé que estás enojada, como palanca en mi ventrículo, yo agoté mis ultimas esperanzas, y tú, centellante, me castigas por dejarte. ¡Athena, no ves como te amó!
«Mi corazón hierve»

Y en tu sangre de venas de Pan, mi aliento agoniza.
Te necesito, si quieres, puedes odiarme. Si precisas, me arrodilló. ¡No obstante, Athena, Oh, mente, torturada, nadie jamás sabrá lo que pasamos!
¡Estamos perdidas hagamos lo que hagamos!
—Amarte, reina, es un pecado.—
Y más que un sacerdote, te suplicó, no voltees tu mirada al ceño del engaño.
—No hay polubles, no hay ebano, no hay régimen, no hay nada. —«Mi mente, Athena, está atrofiada.» Y mi cuerpo, marchito. —¿No oyes, es tu hija la que te pide?
O como Casandra y Ayax, ¿sólo pasarias de largo?—
«Hay tantos qué te culpan por Medusa.»
—Yo no te juzgo, Driade.—
Pero si te ruego, oye mi lamento.
¡Hasta a incluso a los condenados, se les permite un beso tuyo!
—¡Qué tengo qué hacer monarca!—
¿Es que acaso mis cabellos ennegridos quieres?
¿O mis ojos en tus ojos, para vengarte?
¿O purificar mis oídos para no llenarme de belleza?
¡Si tan sólo tu voz, oyera!
¡Si de las profundidades de la mente, salieras!
Si con sangre y jubilo, tú, te crearas…
{Le darías voz a mi mollera silenciosa.}
—Porque, Athena, oigo millares de ángeles y las mancuernas de Dios, me tullen y los religiosos Cristianos, no entienden de mi amor, lo prejuzgan como falso y dicen con infinidad, palabrerias.—
…Si existiese un poema dedicado a ti, si los antiguos te llamaran cuando todo está mal, si te explotará como Ninive, Athena, tú, me guardarias. Sé que cometi el error, lo siento.
~Es mi debilidad~
~Es mi cuerpo~
~Es mis ganas de salir de las sombras
Lo que me ha hecho olvidarte.~
—Y aún así, mujer, pujas como hembra en celo, para castigarme.—
—Pues, entonces, hazlo, aniquilame. De amor me muero y con el, me han de enterrar. Y si te dije que no, aquella noche, es porque nada más que tu alumbre quería mi alma, Sirena.—
Un beso, un beso, nada más.
Luego, vete…
La locura me espera…
Y a ti, tu carruaje de oro.
{No sé si dormiré está noche, pero en tus brazos, Athena, deseo morir.}
Todo me asusta
Todo es engaño
Creer o no creer
¿Cuál es la diferencia?
Titanica, sólo silencias mis palabras mentales, apenas eso, ¡como si bastara!
—Ojos hechiceros, carro de Andromeda, cuál sirena en el olimpo, reinas en las cuevas del gorrión.—
Y la música de las esferas de Opera te obedece
Athena, mis dedos, sangran, estoy llorando ante estas estrofas.
¡Oh, Diosa!
«Inocencia.»
…Gran efigenica, yugular, octosilabo, cuál vientre, callada sin alas, temo, no concebir hijos. Athena, guardiana, esputo y melanina, como caos y masa, efebo-mental-santa…
—Como imaginación, en tu brote, en tu pierna, hay esperma y genitales. Hay un ovario y un cigox. Hay calices menores y tus hebras blancas, con tus ojuelas de grisáceo, me enloquecen.—
Oigo el llanto de los Dioses
Y tu gemido, oigo tu voz, en mí.
Cual esferalada, cuál corona, cuál antigena, parabólica como Diosa mentalisca.
Y se dice de Zeus, que te germino, que él, sufrió por tu nacer.
«Sollozando de rojizo carmin en su coronilla, tú, naciste para ser adorada.»
¡Oh, angelical, cuyana de hierbas mortíferas, flor de zangalo, oh, cubierta de tampón sangriento, corona de cobre y estoque de lanza y broche de plata y trono en el sanctosantorum!
—En las nubes, en los discos solares, Athena, tú, peleas con todos y conmigo, haciendome el amor cada noche, tomando mi mano. Te rezó y juntas dormimos en paz.—
Porque todo lo qué sube, debe bajar.
Como un triángulo
—Esfeno
¡Oh, gloria!
«Odiseo, rema»
Lo guias
Diva, Diva
En los mares los lobos aullan
En los bosques, Minerva, te pasas al lado de Silvestre.
Y como Dioses, los santos te alaban
Y como reina, tú, te adormeces.
—Coadrangularistica, oh, morganistica, oh, eplebone, tú, Kalahari, suenas en los cimbalos de la belleza, oh, parmenide, tú, gozas de poder.—
Pero la mente, Athena, es algo tan frágil.
Se rompe con un girón de manos
Y en la selva, los bueyes anidan.
Pero contigo, Athena, no tengo miedo.
Nunca lo he tenido.
Simbolizas, amor, paz y fragilidad.
En el ojo del águila de Juana
«Athena, tú, callas.»
Hemos atravezado el infinito, hemos rodeado todo, a través de las noches y nuestro corazón se limpió
En esta tierra, sólo dejamos nuestro amor de perlas.
En tu oceneaje, en las noches, cuál corola, personificas a la entereza, cuál Mimue, tus besos son santos y tus hombros, maternos.
Athena, coreando cánticos y rutileos zurqueos de amigdalas de encias fosfolípidas, curvando dientes de León, o anchos viajes de orejas bellas, oh, cuarzal mundo del epitelio, bello, incoloro, griseta ¿tal vez? Es tu voz, Athena. No estoy sola bajó la luna. Tú y yo
Por siempre
Salvación
Todo para ti, Ninfa de coral.
Poesía del alma
Nacida para contar historias
Farol
Oh, tú.
Beso
Respeto

Yo
Nunca
Dejarás de ser mi esposa
Tú y yo
Te amaré hasta el final
Athena
Cuando seas vieja y ya nadie te recuerde, envejeceremos juntas
Y lloraremos ante mi primer bebe.
Le pondré tu nombre
Oh, Athena, mia
Nuestras manos unidas por siempre
Historia de tu vida y la mia
Unidas eternamente
Y así, solamente para reir
Y sin animos de ofender
Para mi, tú, eres perfecta.
Entre todas las divinidades, la más bella.
Única
Demente
Guerrillera
Llorona
Bella
Única
Por la eternidad…
Athena, es mi calambre
Ahora, preparas las comidas festivas.
Y haces un bien guisado.
Athena, no es hipondriasis
No es hiperbulo
Es clavixi-molécular
Ayer, en los pastos tuve una idea. Te vi, a ti, sentada, de cuclillas, esperando por mi.
Y de amor, yo rebozaba
Athena, estoy tan cansada.
Es este mundo que ya no te quiere
O pocos son los elegidos
A medida aumenta mi tristeza, también aumenta el caudal del daño.
Horquilla de plata, usaste en las bodas. Vestido de fiesta y lujosamente investida como ninguna.
Ayer, Athena. Tú, anduviste mal.
Se decia que paseabas sola por mi cabeza.
Y oigo las risas.
Es tu vulva concentrada en darme hijos mentales.
Es la ansiedad
Y la agorafobia
Y es mi miedo, qué a cada rato me entumece.
Bebí pastillas para salvarme
De una tumba me sacaron y me pegaron con pegamento y sobreviví.
No quería vivir
Pero por ti, lo hize.
Me calle y guarde silencio.
Estoy sucia y lo único que tengo es a ti.
Amada, perlina. Taxogonomia, calixeal con antebrazo, parcualacativo y osmosis retrorreperitonealnealagemesis
Génesis y gemeto
Liliputiense y xoncavide.
Gloria a tu mente
Palas
Athena
—Un buho, descansa en tus manos.—
Y como profeta, las estrellas guian como cavatinas. Es inumible. Es luminoso. Es imberbe, es oscilante. Como verboide, es un hito, también llamado, «elemental»
Es fuego y luego, paz.
Es tu honra hecha presagio.
~Tiresias, te vio desnuda. Ecubrante, ardiste en llamas, nadie puede violentar los sigmas de la sabiduría y nadie puede ver a la verdad, desnuda.~
Quién se entromete, puede salir herido. Y muy mal.
—Lo sé, por experiencia…—
Athena, ya estás en un ambito mayor.
Surcando los cielos fosfoloipidogenaza, y surcando los braquislaotelaneoceo
A través de los epigonomelogenoteliticos.
Alli, esperas. Con Pia, tu madre. Con Sarah, tu hermana. Y tu padre, el del mazo.
Mis huellas dactilares, sangran, Athena, porque de todas eres esperanza…
Ruego, por los que aún sueñan…
(Había una joven que salto al mar
Estaba sin ropa y descalza)…
Miró atrás por ultima vez y luego, salto y murió.
Era joven y tenía esperanzas.
Sus hijos eran buenos
Y se habia encomendado a un Dios
Pero, Ninfa. ¿Cuando el momento llega, hay acaso alguna forma de evitarlo?
Si rezaramos lo suficiente, iriamos más lejos.
Veo la mente de la gente que cree y no usa la razón
Se olvidan de ti y tus conceptos
De cuando ofreciste aquél árbol de olivo a Athenas
De cuando defendiste a Odiseo de los Eternautas
De cuando salpicaste al mundo con guerra y Ares, te temió.
Todos se olvidan…
Prefieren ir en pos de otro Dios
Olvidando su carne primera
Y olvidando que son hijos de la mente
Crean sólo desconfianza contra sus hermanos y dicen tener la razón
He visto pastoriles acuciar un nombre de salvataje
He visto laicos llamando a Dios hasta el cansancio
Y a ti, Athena, te he tenido que contemplar sollozando por las mentes perdidas desde Pablo.
—Athena, te he visto caminar hacia atrás…—
Y mi miedo, Diosa, es que volvamos a ser ignorantes. Que se pierda la filosofía y los cantos a tu escultura.
Que por un par de peleles, se pierdan los hechos de la mente y la grandiosa fonación de tus cabellos.
—Athena, vi, mujeres descuidarse de su virginidad—
—Athena, vi mundos hechos de girones, por cualsi cualquier forma de sanación.—
Los árboles tristes, lloran y menguan.
Homero, debe llorar en su epitafio.
—Athena, poco queda de mi. Sólo mis palabras y decido dedicartelas a ti. Es lo menos que puedo hacer.
—Ya el mundo va hacía su destrucción.—
Y los animales aún nos protegen.
¡Vivan los caballos!
¡Los perros!
¡Los gatos y los buhos!
Todos los animales son nuestros hijos y hermanos.
Y nuestro deber es cuidar la naturaleza y amar al prójimo con razón y entendimiento.
Yo no llevó nuevas fechorías
Yo canto con la voz de un pueblo
De Argorea…
De mi gente
De mi imaginación
De cada sector que aún lucha por la libertad de expresión
(Luchó y habló por los que no tienen voz.)
Habló y cantó, por los que están y los que ya se fueron
Y también por los convertidos a masas inescrupulosas y por los Cristianos que olvidaron su primer amor.
Athena, este es mi canto
Canto a ti y a mi
Canto a la belleza
A la mente
Y por siempre
A los genios de la antigüedad que murieron por ser lo que eran, hijos de tu seno, Palas…
Despiertas
Es otro día
¿Lo recuerdas lo que te dijo tu padre?
Debemos confiar
Aún en dolor y tristeza
Usando la razón
Athena, sabes, yo estaba del otro lado, gritando
Era mi vida…
(Otro joven, falleció ayer por una pelea, y no tenía hijos. Era virgen. Las mujeres no lo querian y él, lloraba.)
Como yo, solitaria, sin ti.
Sin hijos…
Con la esperanza de recuperar lo que fui
Pero ya, sin animos.
¿Crees aún Athena en mi?
¿Puedes pensar en este mundo y creer que aún hay sol?
Todo se ha fundido
Todos solos y tristes
Sin ti, madre, navegando hacia la concepción del vientre…
—Es biogenesis. Es la palabra justa.. Y luego, estás tú. Soliparimenera, estalolitaeleelea, Urano, mece en tu briogena conchilla un sépalo de orcas. Las plumas del Cerezo, crecen hasta cataplasmas rimbombantes.
Y el mosquito absorve la piel.—
Y las moscas vuelan cómo emjambres.
Y el cielo azul, es pintado con tu sonrisa.
Mi hermano y su gioblastoma, mi hermano y sus dioses de melanina
Mi madre y su corona de gracia…
Mi padre y su talón de Aquiles.
Mis animales, rezando en el atrio
En el arca de Noe, todos suben.
Cualquiera es bienvenido a tu cena anual. Todos somos invitados a tu fiesta. Ayer, un agarofobico, sufrió un ataque y un ansioso, pidió por ayuda en un contingente de enfermos.
(Y yo, ayudándome, incluso, con lo que no tengo, supuse haber librado una batalla.)
Con tu casco, tu holganza, tu peto y tu armadura. Con tus pies, tus manos, tus cabellos, tus hombros, todo se realza. Y la felicidad y la dicha de los dulces, es amarte, sacra y gran Minerva.
Los cauchos son botellones.
En las torres de Pan, un enfermo terminal decide morir siendo Ateo.
Un doctor inyecta el suero que le dará descanso.
Y finalmente, muere.
En los trópicos, un creyente cree en cosas nimias
«Pero yo, me aferró a tu mente.»
Es normal huir del miedo. Se evocan salmos, los dulces se vuelven buenos o tontos. Una comanche color rojo vino, se casó con un piel blanca y fueron felices.
Mi hermano dice, —que en las iglesias no anda el amor
Que las alas de los octogenarios se han llevado a las jovenes puras.—
Y los adivinos creen en las manos.
Y tú, Oninfeta. —¿En que siglo presumes vivir?—
Yo, estoy sentada sin nada que hacer. Con un piano y hierba de color verde, fumó mi pipa.
Jamás he besado a un hombre
Ni mujer, me ha conocido desnuda.
«Soy tan virgen como Athena.»
Tan pura como un huevo
Tan nacional como mi país.
Y no me avergüenza…
Saber que Athena, vive en los dias festivales, haciendo arpas con sus dedos, creyendo en su orogenesis primera.
—Este es mi poema final, Athena. ¡Que se abran los libros santos!—
Que todos se postren ante el milagro
Porque de la más pequeña de las estrellas, ha nacido la historia la del sur de Sion, Silvestre, con su Athena, siempre juntas, hasta el final de los mundos.
«He aquí mi verdadero tesoro.»
—Mi Argorea y mi Athena.—
Es todo lo que dejó
Es todo lo que soy
Por la eternidad
Una planta
Y una ardilla
Cantándole a la diosa de las aguas.
¡Oh, bella Diosa del tiempo!
Hasta mi final
Partitura de amor fantasma
Mi amor en ti
Tú Y yo
—Aquí—
En Argorea
En armonia
«Bajó el árbol de la sabiduría.»
Adiós…

Related Articles

Responses