Aquella luz
Luz, de su mirada prístina brota extinguiendo la impía esencia de mis pensamientos.
Luz, que viste el dorado amanecer de la alegría y guía mis pasos, perdidos entre la incertidumbre, erráticos y temblorosos sin la guía firme de su hoguera.
Luz, caliente ascua de mi cariño, desprovista de la negrura enferma de la malicia.
Luz, tan sencilla de añorar, tan perfecta, tan eterna en mi memoria como una efigie grabada en mis pensamientos.
Aquella luz que tanto amo, aquella luz que tanto quiero.
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