Antinomia

Una estrella preñada de luz,
Una pleamar en el sueño de la niña,
Un arbusto de oro
En la selva hiriente del desierto.
Todo ello es el hombre
Que contempla en silencio el cielo.

Un día se levantaron los antiguos,
Su corazón
Bajo ordenamientos supremos,
Y el espíritu de lo humano
Como una columna de mar en celo,
Creó mundos de belleza interminables,
Y así la pisada inocente del hombre
Lo Sublime hizo germinar,
Y en el mundo nació
La Idea que en flor de plata
Lo hizo transformar.
También hay en lo minúsculo,
Piezas de bronce que exhalan vida,
Almas y destellos en lo confuso,
En la niebla,
Plumas que vibran con amor.
Porque en el hombre destino es
Con entereza y luz finitas,
Pero con la infinita belleza que lo nutre,
El mundo y su ser amar.

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