Ahora no
No está lista para llorar
mi alma posada en el viento,
escucho quejarse a las olas del mar,
sin hallar nunca el tiempo,
de besar la orilla de un puerto.
Pues no conoce la piedad
corazón o tenues lamentos,
solo fantasmas envueltos
en los brazos abyectos
de la oscura fatalidad.
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