Ahíto de llanto.

Quiero que tu nombre me sirva de tumba
y mis andrajos griten mi desesperación
la causa de esta agonía que hoy descansa
la muerte, salvadora final de esta quemazón.

En lo alto estuvo el cielo, muro asfixiante
techo encendido que me arde en los ojos.
Debajo de mí, el suelo, laberinto de caminos secos
espinosos senderos que maltratan mis pies.

Por no tenerte desesperé ahíto en llanto.
Por no verte me asfixió el cielo medrosamente.
Por no seguirte me perdí, imperceptible, entre caminos falsos.

Ahora yerto y cansado, por fin respiro el aire
por fin cierro los ojos a la oscuridad
por fin descansan mis pies ensangrentados.
Qué tu nombre, divino en mi alma sobreviva
perdure eterno en su blanco sol amaneciente.

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