Ahí viene

Para drenar nuevas esperanzas tratamos de quebrar reglas eternas. Dependientes aquellos caidos hijos del infierno, serán atizados como el fuego infinito cuando se acordaron de tu nombre, vieron ennegrecer al noveno sol, temblando todos por temor sincero. Un Rey inocente ha ganado su majestad siendo Señor tan humilde, valorando lo Único, tan verdadero aquello, que incluso entienden las tristes quimeras erradas convertidas en monumentos incendiados.

El cielo da noches horribles y nuevos estigmas brotan, poniendo antiguas heridas como aquel día, y permitiendo condenar nuevas cicatricez abiertas. Oigan afuera el nuevo caos, asesinos como estrellas cambian de pensamientos, no son protectores por errores del destino, nadie más los volverá a recordar, los que no se ofuscaron en demasiadas naderías no pernoctarán sobre desiertos y espejismos como almas errantes. Entonces las tinieblas estarán tentando sin obtención, y libres andarán nuestros deseos: la mansa libertad aparecerá mientras ellos caen.