28.- LA PLAYA
Olas que a la playa llegáis murmurando,
recuerdos de amores tan lejanos.
Olas que a la playa arribáis, sin poder,
con aliento tan cansado.
Olas que la arena laméis,
arrancando un suave canto
que recuerda amores ufanos,
en los que vuestra presencia fue encanto.
Contemplad la soledad de la noche serena
y no hagáis más llorar a la luna bella,
dejadla tranquila, pasad y olvidadla,
escuchad su canto que trae recuerdos amados.
Callad el vuestro, monótono, opaco,
dejad que la noche nos envuelva en su manto,
dejad que el alma de este poeta,
cante las alabanzas a la playa,
que es un encargo de la rosa venerada.
Enterrad mis recuerdos, arenas cansadas,
enterrad en el secreto de vuestro manto
toda mi vida antes pasada,
que la que ahora ocupa en mi vida tanto,
no se entere del porqué derramé mi llanto.
Arena de la playa serena,
en la que por primera vez solté mi llanto
y dejé mis lágrimas correr,
como manantial opaco,
las que se fueron a enterrar en tu áspero manto,
olvidadas están ya en mi canto,
pero quedan muchas más,
que no salieron al tirar mi llanto
y ahora ahogan mi vida sin cesar
y no soy feliz, junto a la chica que amo tanto.
Acudir otra vez a ti,
para soltar mi llanto amargo
y otra vez con tu arena cubrir
mi cuerpo y continuar llorando
hasta que se acabe mi sufrir,
y siempre pueda ser feliz
y vivir pueda amando,
a la chica que me dio su querer
y a la cual yo estoy amargando,
al no saber contener mi llanto desgarrado.
Luna que alumbras la playa vieja,
deja tus ojos secos, no llores tu pena
que la playa nunca sepa,
que no volveré a pisar su arena,
que muy lejos me marché
y que nunca volveré a verla.
No le digas que en la vida fracasé
y aunque su amistad siempre encontré,
no tuve fuerzas para su cuerpo poseer,
aunque ella bien me lo ofreciera.
No le digas a la arena de la playa,
que su ayuda nunca fue escuchada.
No se lo digas, acalla tu amargura,
que el que aquí os canta en la noche oscura,
sólo sabe recordar la dulzura
con la que me tratabas.
Calla ola que a la playa arribas
en esta noche en calma,
no le digas a la arena de la playa
lo que llevas tú de amarga.
No le digas que me has visto en otra playa
hundir la cabeza y soltar lágrimas.
No digas que mi amor murió por la mañana,
no digas que no pudo ser por mi amada,
no digas que mi alma cayó hundida en otra cala.
Hazme el favor, calla, todo lo que antes callabas,
oculta el secreto de tu cantar
y lánzate ola en silencio y la arena arrastra.
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