20. Los arados
Nunca pensé
ver más cerca el final
que los sueños pendientes.
El paso de los años
perfila con maestría
el deceso que ha de llegar,
el terso rostro de los anhelos
en pergamino se convierte.
He sembrado desde niño
sin saber de abonos y semillas,
profanando la tierra
que me dio de comer.
De mayor,
en la piel curtida
vanos surcos aparecen
resecos
sin cosecha.
La despensa en migajas
llena o vacía,
sentencia mi habilidad
con el arado.
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