19.- CARTA DE ADIÓS

Cuando sientes abandonada tu vida,
cuando sientes a tu alma
que de pena tan alto grita.

Cuando sientes que tu corazón
se para y la vida se te acaba.

En esos momentos en que necesitas
una persona que calme tu angustia,
una persona que pare tu caída,
una mano que acepte tu mano,
una persona que te diga palabras sinceras,
que calme el llanto que tus ojos
salir sin voluntad dejan,
en esos momentos tan amargos,
que pocas son las que tienen vocación,
que pocas las que tienen el valor
para amar y dar todo por un humano,
al que la vida tan duro ha castigado.

Que amargo es el dolor
que la soledad va dejando.

Que duro es el clamor
que el alma va pregonando,
que mal se vive si no se es amado.

Que mejor que la muerte,
cuando uno está olvidado.

Cuando como trasto viejo
en un rincón oscuro,
has sido abandonada.

Cuando por todos eres rechazada,
cuál es el mejor paso sino morir
y olvidarse de todo
lo que antes se ha realizado.

Dejar el llanto fluir
por tu rostro congestionado,
y no hacer ningún caso
de los que te llaman
y prometen junto a ti vivir
los momentos más venerados,
y no comprenden que es inútil insistir,
que el final está cercano,
que la vida se ha acabado.

Que la que muere aquí tirada,
era una persona que jamás fue querida,
que jamás fue amada
y ahora al final por todos
quiere ser salvada.

Ahora que la muerte
ya se me ha llevado.
Ahora que mi vida
ya se me ha marchado.
Ahora que de mí,
ni rastro ha quedado.
Ahora la gente quiere darme
lo que antaño me ha negado.
Ahora que muerta me han encontrado,
en un sucio cuarto tirada,
con las venas abiertas,
y mi tibia sangre chorreando
en el suelo tan esmerado.
Ahora que mi vida
se ha escapado,
te dejo a ti este poema,
que es lo único que de mí ha quedado.

Te lo dejo a ti, que eres el único
que a mi vida, un poco ha ayudado,
pero que no has podido salvar,
aunque con todas tus fuerzas has luchado.
Adiós, recuerda a esta amiga
a la que tanto has dado.

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