Soneto a mi distancia
Lloran mis ojos al empezar el día,
amargas lágrimas, en penas recubiertas,
y a cada nueva hora de luz que el sol liberta,
mas claro siento tu recuerdo, todavía.
Triste el frío que me envuelve en horas muertas,
que apuñala mi razón y mi alegría,
triste el mar que con rabia y tiranía,
hace a mal que la distancia sea cierta.
Mas no caigas, no te rindas, vida mía,
por poder amarte en vivo, ¡y no te engaño!,
con este alma o esta vida pagaría;
Te lo juro a tinta y pluma, a voz tardía,
si supieses la manera en que te extraño,
ni el océano ni Dios se interpondrían.
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